¿Por qué debería ser tenido en cuenta un empleado que estuvo privado de su libertad?

¿Por qué debería ser tenido en cuenta un empleado que estuvo privado de su libertad?

Buscando respuestas en primera persona, Fundación PROEM dialogó con Jonatan Jaime, un joven que estuvo preso 6 años y medio y hoy está “del otro lado del mostrador”, siendo una de las caras visibles de una fábrica de pelotas en Trenque Lauquen.

“De la cárcel se sale peor de lo que se entra”, es una de las frases más recurrentes al tratar sobre la problemática penitenciaria y las consecuentes dificultades que tienen quienes recuperaron su libertad para poder reorganizar su vida. Si bien el tiempo que un individuo pasa en prisión puede alimentar su resentimiento hacia la sociedad (o hacia su propio lugar en la sociedad), es válido considerar que la falta de oportunidades alimenta el círculo vicioso en el cual se encontraba antes de su detención. En cierta forma, recuperar la libertad no es suficiente para quien no cuenta con posibilidades de insertarse en el ámbito laboral. Entonces, ¿por qué la sociedad debería brindarle una nueva oportunidad a quien emigra de una unidad penitenciaria?

Para responder a este cuestionamiento, dialogamos con Jonatan Jaime, un joven que estuvo 6 años y medio detenido en una unidad penitenciaria en Trenque Lauquen y, gracias a la fábrica de pelotas El Pase, supo encontrar la forma de “cortar la cadena” y salir adelante.

 

¿Quién era Joni antes de ingresar en una cárcel por primera vez y qué fue lo que te hizo “cambiar el chip” mientras estabas detenido?

Joni fue un chico abandonado, que tenía la ilusión de salir adelante y tener lo que tiene el común de los chicos: contención, amor, una familia que me ayude a crecer en un entorno favorable. Pero nunca se me había dado la oportunidad de crecer; siempre fui marginado y tildado de que nunca iba a poder hacer nada, hasta que en un momento me lo terminé creyendo y buscando el bienestar económico por otro lado, quitándoselo a otro. Ése era Joni: una persona sin valores, un chico que creció en el desamor, entre la violencia, y así se fue formando.

Lo que me hizo “cambiar el chip” fue una charla, más o menos a la mitad de la condena, con la psicóloga del penal en el que me encontraba alojado. Me dice que yo manifestaba siempre que me habían encerrado cuando era chiquito, que no tenía la culpa; y de grande, inconscientemente, siempre buscaba estar encerrado. Y le estaba haciendo lo mismo a mis hijos: los estaba dejando sin padre, abandonados. Eso me hizo avergonzarme tanto que tuve que buscar una salida y, desde ahí, mi objetivo siempre fue recuperar a mis hijos y a mí mismo.

 

¿Qué tan importante es la capacitación para aprender un oficio o una profesión dentro de la cárcel, no sólo pensando en el momento en el que recuperen la libertad, sino también para poder sentirse útiles aun estando presos?

Desde mi experiencia, es importante la capacitación para cualquier persona (no solamente para el que está preso) para poder tener más oportunidades a futuro o estar atento a ellas.

Yo pude hacer un curso de electricidad, de mantenimiento de edificios, de manipulación de alimentos, de chacinado. Lo que te sirve de hacer un curso o una capacitación estando preso es salir del pabellón. Esto significa tener cada vez menos riesgo de confrontación con la población, y eso te permite salir, conocer más gente, conseguir para comer. Claramente, el objetivo está en que cuando recuperes la libertad, esos títulos te sirvan para desenvolverte solo, sabiendo que la “mochila” de los antecedentes te cierra puertas a la hora de presentarte a pedir un trabajo. Entonces, tener un oficio es la mejor herramienta para poder dejar de delinquir.

 

¿Cómo fue el acompañamiento posterior que recibiste de El Pase una vez que recuperaste tu libertad?

El acompañamiento de El Pase posterior a mi libertad fue muy loco, porque cuando yo quedé en libertad, yo ya había creado la pelota desde la cárcel, antes de quedar en libertad. Gracias a esa pelota que pude fabricar estando preso, se me dio la oportunidad en El Pase de enseñarles a los chicos que venían detrás de mí cómo era el oficio, cómo se cosía una pelota, y utilizar eso como “anzuelo” para poder trabajar con cada uno de los chicos. También me acompañaron desde lo psicológico, desde lo terapéutico, haciendo coaching, cursos de liderazgo. Recibí una muy buena capacitación y me capacité para poder capacitar.

 

Si hoy estuvieras a cargo de una empresa u organización, ¿te animarías a tomar como empleado a un hombre o una mujer que haya pasado por una cárcel? ¿Creés que pueden aportar un “plus” al haber tenido esa experiencia?

Hoy me encuentro a cargo de El Pase, que es una empresa o una organización, y me animaría 100% a darle trabajo a una persona que esté o haya estado privada de su libertad; no solamente por la experiencia, sino por brindar una mano. Esto le aportaría experiencia desde la oportunidad y desde valorar que están trabajando en una empresa, mostrando que hay personas que tienen más oportunidades que otras y que, aun estando o habiendo pasado por una cárcel, pueden ser eficientes de la misma manera que cualquier otro o muchísimo más. Así que sí, le daría trabajo a cualquier persona que haya estado privada de su libertad. Obviamente, con un acompañamiento previo y siempre acompañando para que vaya creciendo dentro de la empresa como cualquier otro empleado “normal”.

Autor: Christian Rao | Voluntario de PROEM.

2023-05-22T13:08:22+00:00
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