Por Marina Tulian, voluntaria Fundación PROEM.
El término formación continua resume una idea cada vez más instalada en nuestra sociedad: ya no hay una edad en la que podamos dar por concluida nuestra educación. Por el contrario, hoy se concibe como un proceso inacabado en donde surge permanentemente la necesidad de incorporar nuevos saberes o destrezas a lo largo de nuestra vida, aun cuando hayamos completado la educación básica obligatoria, finalizado una carrera, contemos con un trabajo estable o seamos los dueños de nuestro propio negocio. El crecimiento en la expectativa y calidad de vida de los adultos mayores y las exigencias del mundo laboral actual son los factores que más influyeron en la propagación de este concepto.
Cabe aclarar que, si bien es natural asociar la formación continua con el mundo empresarial, la realidad es que todos podemos beneficiarnos si la ponemos en práctica. Pensemos lo siguiente: hemos sido testigos en las últimas décadas de gigantescos avances tecnológicos que han modificado muchísimo nuestros hábitos y, por consiguiente, han afectado al mundo del trabajo. Desaparecieron puestos pero, a la vez, por la generación de nuevos servicios o actividades, surgieron nuevos. Por otra parte, si miramos los avisos en los que se busca personal, vemos que es cada vez más amplia la lista de requerimientos que se exige a los postulantes. Nos guste o no, aprender cosas nuevas y mantenernos actualizados nos hace más competitivos.
Las empresas y, en particular las de mayor envergadura, fueron las primeras en comprender los beneficios de capacitar a su personal. Ahora bien… ¿qué ventajas ofrece la formación continua a las personas, en particular las de sectores sociales más vulnerables? A continuación, algunos puntos clave para responder a este interrogante:
-La formación profesional es un derecho fundamental. Debido a los cambios que mencionamos anteriormente, resulta esencial que los trabajadores cuenten con herramientas para adaptarse y no queden excluidos del mundo laboral.
-Los avances de los últimos años, y en particular los de carácter tecnológico, han modificado las condiciones laborales. Por lo tanto, la formación es fundamental para acceder a un trabajo decente.
-Existe la tendencia a creer que la mayoría de los cursos son costosos, se dictan en instituciones privadas, y requieren dedicarle demasiado tiempo. Sin embargo, podemos encontrar una amplia y variada oferta formativa, adaptable a las necesidades y a los bolsillos de todos. Por ejemplo: cursos gratuitos dictados por organismos estatales, universidades, escuelas de oficios y asociaciones sin fines de lucro. En cuanto a la modalidad, también tenemos varias alternativas: presenciales, semipresenciales y a distancia – generalmente vía internet -, de diferente duración.
-También podemos acceder a una multiplicidad de temáticas específicas: idiomas, prácticas relacionadas con oficios (por ejemplo: peluquería, instalación de aire acondicionado), manejo de PC, programación, gestión, facturación, y estética en general, son solo algunos ejemplos de una amplia gama de ofertas.
-Los resultados son visibles en el corto plazo: nos mantiene actualizados e incluso nos permite mejorar en aquello que ya sabemos realizar. Quienes no poseen empleo mejoran sus posibilidades de conseguirlo. Quienes ya trabajan en relación de dependencia mejoran su desempeño y también pueden acceder a otro puesto mejor remunerado. Por su parte, los emprendedores, que necesitan de una amplia gana de competencias para tener éxito en su actividad, encuentran herramientas para llevar adelante su tarea y hacer crecer su negocio.
Finalmente, te recordamos que brindar mejores oportunidades de empleo mediante la capacitación es una de las principales tareas que desarrolla PROEM. Podés consultar las propuestas vigentes en nuestra web, o contactarnos por teléfono al 4790-1335 o por mail a comunicación@proem.com.ar ¡Te esperamos!