En 2013, alrededor del 13% de los argentinos realizó tareas voluntarias, según un informe llevado a cabo por la consultora TNS Gallup. A pesar que estos datos darían cuenta de una disminución del trabajo voluntario respecto a otros años, algunos referentes del sector sostienen que la ciudadanía ha generado nuevas modalidades de participación solidaria.
“El voluntariado tradicional está cambiando hacia algo menos formal, pero yo no veo que haya menos participación de la gente”, afirma Juan Carr en una entrevista realizada por el Diario La Nación. Según el fundador de Red Solidaria, existen nuevas formas de canalizar las acciones solidarias: “en los últimos cuatro años se duplicó la cantidad de donantes de sangre llegando a su récord máximo. Y lo mismo pasa con la donación de órganos.”
El compromiso para colaborar de los argentinos se ha puesto de manifiesto durante etapas de profundas crisis sociales, como la atravesada durante el período 2001-2002. En aquellos años, nuestro país alcanzó el pico histórico de voluntarios, con el 32% de la población involucrada en acciones solidarias. “Creo que los momentos de crisis funcionan como disparadores: la situación crítica del año 2002 me atravesó en lo personal. Nosotros somos un producto del auge del voluntariado durante esa etapa”, afirma Leandro Schvartzer, presidente de PROEM. “Durante aquellos años muchas instituciones y personas sentimos que teníamos que hacer algo para cambiar esa realidad”.
Los datos de Gallup muestran que 4 de cada 10 voluntarios argentinos realizan tareas solidarias con una frecuencia semanal, destacándose los mayores de 65 años, los sectores altos, los habitantes del interior del país y los universitarios. La encuesta muestra que casi la totalidad de los voluntarios (92%) destacan el bienestar alcanzado por colaborar como uno de los principales beneficios del trabajo solidario
“Participar como voluntarios nos hace sentir útiles y necesarios, y en combinación con esto, muchas personas se ven beneficiadas. A mí me pone muy feliz estar con la gente, aportando a su desarrollo y crecimiento”, sostiene Adriana Hercovich, analista en sistemas y coach que, desde hace dos años, se desempeña como voluntaria de la Fundación PROEM. Desde la perspectiva del coaching ontológico, Hercovich dicta talleres de capacitación para fortalecer los proyectos desarrollados por emprendedores de bajos recursos. “Trabajamos para potenciar las habilidades y talentos de la gente, tanto para sus proyectos como para sí mismos. Nuestra tarea es asistir a las personas que iniciaron un emprendimiento para que superen las dificultades y afiancen sus iniciativas productivas”, sostiene.
Desde hace unos años, el trabajo solidario realizado por organizaciones sin fines de lucro comenzó a tener su correlato en el mundo empresarial. En relación al rol del sector privado en el desarrollo comunitario, Schvartzer destaca el crecimiento del voluntariado corporativo dentro del área de Responsabilidad Social Empresaria (RSE). “Las empresas se dieron cuenta que son actores preponderantes y se están profesionalizando. Antes, las acciones de RSE recaían en los responsables de Recursos Humanos o Marketing. Hoy, las compañías cuentan con áreas específicas que se dedican exclusivamente a promover estas acciones”, afirma.